Otro domingo de tarde con la vuelta del futbol. El futbol que une las dos orillas como un puente por el que transita la pasión.
Una pasión que en Montevideo convive con el carnaval y se entrelaza con el paseo por Tristán Narvaja, con el encuentro en el mercado, las caminatas por la rambla y el infaltable termo bajo el brazo. La vida en los clubes de barrio, los tamboriles, la militancia social y política.
Esas son las cosas que nos sorprenden, una cultura que se mantiene en el tiempo, costumbres que aúnan a un pueblo, identidad cultural pese al avance del mundo global.
Uruguay ese pequeño país que nos inspira a hacer este programa de color celeste y que no se cansa de reclamar un sol
jueves, 27 de agosto de 2009
viernes, 14 de agosto de 2009
El visitante oportuno
En el verano del 2001 estuve por Montevideo.
Playa de día, Teatro de verano de noche.
Acá me quiero detener.
Cierta vez vI algo que me cambió, una de esas cosas que luego verlas, uno no es el mismo.
Así sucede con algunas pocas películas, y algún que otro libro.
En este caso, una murga, Contrafarsa, el Tren de los sueños, de eso se trata. Tren y sueños.
Tren que tiene que ver con movimiento, con viajes. con ir para adelante, como diría años después Tabaré Cardozo.
Sueños que felizmente nos atan y nos marcan un rumbo.
Tan pocas mentiras hay como aquella que soñar no cuesta nada.
Soñar cuesta mucho. Como leí alguna vez, los sueños sobreviven en nosotros como una enfermedad, no se curan hasta que no se realizan, miren si no cuestan. Por eso tiene razón William Blaque cuando dice que no se deben cultivar sueños que no puede cumplir.
Recuerdo que esa noche el teatro ardía, como poca veces lo vi.
Y que estalló en la retirada.
El Pitufo que no mide mucho más de metro y medio, medía cinco. Eran un gigante entre gigantes.
Era el tiempo del clásico Diablos- Contrafarsa. Una vez una, una vez otra.
Esta vez la Contra.
Recuerdo que ese día entendí que hay cosa que nos transportan a otra realidad.
El espacio era otro y el tiempo se detuvo.
Miré el reloj: poco más de medianoche.
Caminé por la rambla, hasta Pocitos.
Miré el mar y no lo pude creer.
Y hoy que lo recuerdo, tampoco.
Visitante y el Tren de los sueños
Playa de día, Teatro de verano de noche.
Acá me quiero detener.
Cierta vez vI algo que me cambió, una de esas cosas que luego verlas, uno no es el mismo.
Así sucede con algunas pocas películas, y algún que otro libro.
En este caso, una murga, Contrafarsa, el Tren de los sueños, de eso se trata. Tren y sueños.
Tren que tiene que ver con movimiento, con viajes. con ir para adelante, como diría años después Tabaré Cardozo.
Sueños que felizmente nos atan y nos marcan un rumbo.
Tan pocas mentiras hay como aquella que soñar no cuesta nada.
Soñar cuesta mucho. Como leí alguna vez, los sueños sobreviven en nosotros como una enfermedad, no se curan hasta que no se realizan, miren si no cuestan. Por eso tiene razón William Blaque cuando dice que no se deben cultivar sueños que no puede cumplir.
Recuerdo que esa noche el teatro ardía, como poca veces lo vi.
Y que estalló en la retirada.
El Pitufo que no mide mucho más de metro y medio, medía cinco. Eran un gigante entre gigantes.
Era el tiempo del clásico Diablos- Contrafarsa. Una vez una, una vez otra.
Esta vez la Contra.
Recuerdo que ese día entendí que hay cosa que nos transportan a otra realidad.
El espacio era otro y el tiempo se detuvo.
Miré el reloj: poco más de medianoche.
Caminé por la rambla, hasta Pocitos.
Miré el mar y no lo pude creer.
Y hoy que lo recuerdo, tampoco.
Visitante y el Tren de los sueños
sábado, 1 de agosto de 2009
Editorial programa del 2/8
El Canario cada día cantará mejor
Este programa existe porque, entre otras cosas, alguna vez escuchamos al Canario Luna.
El jueves pasado el Canario se bajó del escenario de la vida.
En Mayo cantó en Buenos Aires, invitado por el MPU. Fueron tan sólo un par de canciones y la despedida con todos los murguistas, ya vestido con la camperita roja, como había llegado un par de horas antes, listo para partir, como un preanuncio de lo que vendría.
El Canario es un símbolo del Carnaval: Don Timoteo, Curtidores, los Saltimbanquis, los Nuevos Saltimbanquis, Falta y Resto, la Clarinada han sido los títulos que supieron albergar tanta voz y tanta pasión.
A los 70 años se fue el Canario y el Pitufo Lombardo, uno de los mejores, sino el mejor arregaldor de voces del carnaval, dijo “Su voz era increíble, única, como Gardel es el tango, el Canario es a la murga”
Y si es así, cada día cantará mejor.
Este programa existe porque, entre otras cosas, alguna vez escuchamos al Canario Luna.
El jueves pasado el Canario se bajó del escenario de la vida.
En Mayo cantó en Buenos Aires, invitado por el MPU. Fueron tan sólo un par de canciones y la despedida con todos los murguistas, ya vestido con la camperita roja, como había llegado un par de horas antes, listo para partir, como un preanuncio de lo que vendría.
El Canario es un símbolo del Carnaval: Don Timoteo, Curtidores, los Saltimbanquis, los Nuevos Saltimbanquis, Falta y Resto, la Clarinada han sido los títulos que supieron albergar tanta voz y tanta pasión.
A los 70 años se fue el Canario y el Pitufo Lombardo, uno de los mejores, sino el mejor arregaldor de voces del carnaval, dijo “Su voz era increíble, única, como Gardel es el tango, el Canario es a la murga”
Y si es así, cada día cantará mejor.
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